domingo, 18 de julio de 2010

Día triste

Un nuevo año sin respuestas. Dieciseis años sin Justicia. Justicia con mayúsculas porque si esto sigue así sólo puedo esperar la Divina.

Todavía me da escalofríos pensar en que hubo dos atentados en mi país. No uno, dos.
Fue como una cachetada en la cara que te marca que sos distinto, que no pertenecés en tu propio país. Como si la religión te hiciera ajeno, no parte, y tu nacionalidad fuera otra.

Con la embajada de Israel recuerdo estar en primer año del cole y que me cuenten que "se rompieron algunos vidrios", porque no querían asustarnos. Para después en casa ver lo que realmente había pasado.

Y también recuerdo estar paseando, relajada y feliz en mis vacaciones de invierno del cole cuando de pronto una imagen que no entendía apareció en las teles de un local de electrodomésticos. Parecía algo irreal, lejano. En ese entonces ni siquiera conocía lo que era la AMIA, me enteré de hecho ese día. Otra bomba, la desesperación de ver en la pantalla algo que no llegaba a entender en su magnitud ni su violencia. Una bomba que de por sí sola no discrimina cuál era tu orientación religiosa, tu edad, tu sexo, tu nacionalidad, pero dirigida a un punto en particular. Un lugar de ayuda social tanto para la comunidad judía como para la comunidad en su totalidad.

Pero la violencia vino también de la mano de lo que gente con muy pocas luces o un sentido de la discriminación espantoso empezó a decir, cosas que no se borran. Como una tercer bomba.

Y desde entonces ser judío en la argentina significó un cambio de hábitos muy fuerte. Saber que entrás a tu colegio, tu club o tu templo siempre rodeado de pilotes, personal de seguridad, garitas, patrulleros. Fachadas de hormigón, murallas. Pasar por detectores de metales, y controles varios con la sensación de que quizás tal vez en algún momento vuelva a pasar.

No sé por qué, pero la confusión permanente de los medios y opinión pública entre la política de Estado de un país como Israel y la comunidad judía del país de turno siempre tiende a mezclarse. Como si fueran la misma cosa. Como si nos hubiéramos merecido las bombas. Y que yo sepa, mi documento lo dice clarito, soy argentina, por nacimiento y elección.

No se si algo de esto nos cambió como sociedad, no se si ayudó o empeoró la situación de las minorías en nuestro país, lo que sí se es que mientras no haya justicia, la impunidad actúa como una suerte de aval. Entonces, cambiaría el "será Justicia" por "que sea Justicia".

2 comentarios:

  1. Listo. Estaba muy desactualizada de tu blog, pero acabo de terminar. :D y me quedé asi, con una sonrisa en la cara. Qué lindo que es leerte amiga!!! me da felicidad.
    dos cosas: lo lindo de acumular (aunque sea sin querer), es leer MUCHO todo junto!
    lo mas lindo: leer como escribis. me emocionó tu post del matrimonio gay. y todo lo demas tambien!! me encanta.
    Te quiero mucho!

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  2. Gracias Pauli! Gracias por estar, y por leer, me alegro mucho que te guste!
    Yo también te quiero mucho amiga! y siempre me das pilas para seguir escribiendo, a vos,
    GRACIAS!

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Felicitaciones! Ha sacado la sortija. ¿Una vuelta más?