Desde la ventana del bar se vislumbra la calle con su vereda desdentada, la gente que avanza, invisibles unos a otros, como condenados a un baile sin fin. Se escucha de lejos el rumor de los autos y colectivos que parecen danzar con armonía extraña... Por la vereda avanza a paso lento una señora, bajita y austera, que se detiene en la parada del colectivo...
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Felicitaciones! Ha sacado la sortija. ¿Una vuelta más?