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– Qué más le inventaste, digo, además de tu nombre y carrera falsa.
– Te juro, me muerdo los labios de la bronca que me da ahora. Como el flaco me dijo que vivía en Buenos Aires, y como para que quede todo acá –en las vacaciones quiero decir– y sea claramente una cosa así, pasajera, le empecé a inventar que era de otro país. De Uruguay.
– Pero si nunca fuiste a Uruguay. ¿Qué más le dijiste?
– Que estaba acá en el país de vacaciones con mis amigas argentinas, y que me quedaba dos meses más en Buenos Aires, por el trabajo de mi viejo. Que después de ese plazo me volvía a Montevideo. Todo para no engancharme...
– ¿Y entonces qué pasó?
– Nos quedamos charlando, tiene una tonada divina, medio que parece cantito, ¿viste? Esa noche me hizo reír mucho, con las palabras raras que inventa. Es tan gracioso. Pegamos re buena onda, y estuvimos a full, pegoteados todas las vacaciones, a las chicas no les pude dar mucha bolilla.
Mientras estuvimos en la costa me llevó a todos lados, a cenar, a bailar, no nos separamos ni un minuto. Te juro que me encanta, es un dulce. Lo más difícil es tener que seguir mintiendo.
– ¿Pero por qué mentirle?¿Por qué no le podías decir la verdad?
– ¿Estás loca? Si llega a descubrir que le mentí, ¡se pudre todo! Me dijo que ODIA la mentira, que si hay algo que no tolera es la mentira. Me siento horrible, pero no puedo cortarla ahora, ya me hundí demasiado... dejame que te cuente.
– ¿Y entonces? ¿Qué pasó cuando volvieron?
– Al principio todo seguía bárbaro, con el embale de que en dos meses me volvía a Uruguay, todo se aceleró. A la semana de estar juntos en Buenos Aires, me dijo el primer "te quiero", y yo no supe qué responderle. Sólo lo besé.
Y yo como una monga pensaba que a mí no me pasaba nada, y al día siguiente me dí cuenta de que estaba atrapadísima. Fuimos a comer a Mc Burguer y de pronto vino una minita que lo saludó super cariñosa, todo sonrisitas, le preguntó cómo estaba su familia, que hacía un montón que no se veían... y a mí ni me registró. Parecía del interior. Los miré con odio fulminante. Y ya estaba por levantarme y tirarle todas las papas fritas en la cara cuando de pronto Nelson me miró y dijo: "te presento a Ana, mi novia". Casi me muero de un infarto. Ni me imaginé que iba a decir eso, y ubicar a la minita así. Me encantó. Me pareció genial.
– ¿Así que se llama Nelson? No me habías dicho. Si tiene nombre es porque ya lo incluíste en tu vida...
– Si, se llama Nelson. Tiene una tonada divina, medio que parece cantito, ¿viste? Es del interior. ¿Puede ser que porque sea del interior todo le cause gracia? No entiendo, todo le causa gracia. Desde que empezamos a estar juntos que me empezó a volver loca con preguntas de mi familia, de mi casa, de mi país. Y lo venía bicicleteando y bicicleteando, y llegó un momento que empecé a contarle porque no daba para más. Entre nos, qué bueno que existe Google...
Como te decía, todo le causa gracia: si le cuento que tengo a mis primos en Panda se ríe, si le digo que me encantan los churros de Manuel de Gorlero, se retuerce de risa, le digo que me copa lo inteligente y buena persona que es Cabaré Vázquez se ríe hasta llorar. Yo no sé por qué se ríe tanto, si le estaba hablando re-seria...
(continuará...)
ME ENCANTA!, Y ESO QUE YA LEI EL ULTIMO!!!,NO SE COMO, PERO SIEMPRE LOGRAS ARRANCARNOS SONRISAS.....ESTOS RELATOS SON TUS REGALOS PARA QUE NOSOTROS, TUS LECTORES,HAGAMOS EL RECREO!!
ResponderEliminarMuchas gracias! saludos
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