sábado, 21 de mayo de 2011

Mi monstruo personal

A algunas chicas les tocan diamantes, a otras flores. A mi, Gaboto.
¿Qué puede ser más maravilloso que te obsequien una obra de arte?

Gaboto viene a ser como mi monstruo personal (no se si lo notaron, se llama bastante parecido a mi).

Una creería que después de varios años de conflictos, impaciencia, peleas de contestador y críticas destructivas le tocarían diamantes y viajes maravillosos. Pero no, a mi me toca mi Gaboto. 


Gaboto viene a ser un monstruo medio Godzillezco, mezcla de Gremlin con Gremlin malo, dientes de cocodrilo y pelo de lobo. Lo mejor son esos ojos de serpiente, y el hecho de que en realidad no tiene piernas (pero qué brazos). Nótese el balance entre la tipografía (medio oriental)  y el gesto como de discurso político. Tiene pasta para la oratoria, ya lo digo. Creo que tiene un dedo medio acusador, como te dije que había que sacar la basura, otra vez te olvidaste de lavar ropa, o simplemente ayer te tocaba lavar los platos, que lo vengo haciendo desde que te hacés el sota

Por supuesto, Gaboto es un tipo muy hábil, siempre exige lo que no tiene ganas de hacer él mismo, y le encanta recriminar que el otro no hizo sus deberes. Inteligente. Astuto.

Lo mejor de Gaboto, es que ahora puedo ponerlo por fuera de mi. Es una entidad aparte. Entonces, si alguna vez de mi dulce boca sale un mínimo tono fuera de lugar, puedo decir que fue Gaboto, no yo. Conveniente. Maquiavélico. 

¡Gracias amore*! ¡Me encanta! Y lo más importante: ¡yo también te amo! 



* lo de amore lo usamos desde siempre. Por varias razones que no merecen la pena ser ampliadas en este punto. Lo que si quiero aclarar es que viene de mucho antes de que banco galicia me venga a arruinar el apodo que usamos mutuamente. Fue como una desgracia. 

Por otra parte, estoy evadiendo lo que realmente debería estar haciendo, claro, que es un TP para la facu. Obviamente esto es mucho más divertido.

No quiero dejar de mencionar que un día como hoy está cumpliendo 96 años mi abuelo Yaco, así que aprovecho para mandarle un beso gigantesco, que por suerte se lo podré dar en persona también.

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