jueves, 28 de octubre de 2010

domingo, 24 de octubre de 2010

sábado, 23 de octubre de 2010

Conteo

  • 96 horas de clase, (sin contar todas las de lectura aparte).
  • una pila de 10cm  de altura de fotocopias de textos.
  • 3 lapiceras uniball exhaustas.
  • 4 resaltadores extintos.
  • 1 cuaderno lleno.
  • incontables ibuprofenos, migrales y dicplofenac y afines.
pero cuántos amigos y saberes nuevos!

Curiosidades palermitanas

Siempre que camino por Bonpland, me encuentro con algo inexplicable.
¿Cómo es que una casa de sepelios, entre sus posibles neones, diga sepelios, servicio nocturno y... casamientos?
Hay alguien que haya ido a esa casa para consultar por casamientos? No suena muy tentador...
Es como si el "hasta que la muerte los separe" estuviera un poco más cerca de lo que uno se imagina... no sé. Cualquier explicación, se agradece.

viernes, 22 de octubre de 2010

Termostato

La primera vez, un martes, la médica estuvo segura de que era un error. Un error que dio lo mismo con 0.1º de diferencia. El termómetro dio 35.3º. Ella se rió y dijo que no, que no podía ser.
No sé por qué me reí cuando vi el termómetro. Ah, estoy re muerta, le dije.

A la segunda prueba di 35.4º
Segurísimo, ese termómetro anda mal.


La verdad, hoy tengo frío. Convencidísima de que es fiebre (me encantan los autodiagnósticos), me tomé nuevamente la temperatura, 3 veces y con diferentes artilugios, casi de aburrimiento creo. Claro, tengo frío porque tengo 35.7º. ¿Que nunca voy a volver al 36? al 36 y rayitas? ¿Me quedo así para siempre? ¿Qué onda?

...

¿Un doctor a la derecha?

Dependencia

No sabía lo que me estaba perdiendo... hasta que un día agarré una, y ahora soy adicta... 
No, no me hice adicta. Tampoco consumista. Sexópata, no. De qué hablo?  De las revistitas de Oblogo.

Cuando Daf nos las traía, al principio no entendí bien de qué se trataba. Las acumulé sin prestarle demasiada atención en la mesa ratona...
Hasta que un día las miré para ver de qué se trataba... y zas! Adicción a la sonrisa perpetua.


Por fin blogs en papel! Felicidad para los ojos cansados, y mayor felicidad por el excelente contenido.
Si, Oblogo me cambió la vida.
No se la pierdan!

lunes, 18 de octubre de 2010

Gateando en internet


A partir de este momento, Viajando en Calesita tiene facebook propio.
Desconocemos el paradero de Gabi, quien cansada del éxito, se refugió –según las últimas informaciones– en los Alpes suizos.

Les saluda atentamente y espera vuestra visita,

La Sortijera

viernes, 15 de octubre de 2010

Sobre la educación




Waiting for Superman. Juliana Pedemonte y Sol Linero



Como fiel y devota defensora de la Universidad pública (sí, así, con mayúsculas), les dejo este post, con dos animaciones que realmente me encantaron. Ok, si, hablan del estado de la educación pública en Estados Unidos. Pero haciendo algunas salvedades, me parece que el conflicto es bastante global.

Parafraseando a Johi, que tengan un excelente viernes y un mejor fin de semana.
Enjoy!

sábado, 9 de octubre de 2010

Onírica dos

En sueños de septiembre,
lo que parecía la vida perfecta se tornaba en pesadilla. Y dejaba entrever, con ese dulzor áspero, que la vida perfecta podía estar ahí, a la vuelta, con sólo girar la cabeza. Me había acostado con dolor de cabeza y levantado con migraña, y mientras desayunaba para poder ingerir la pastillita, miraba por la ventana mis plantas, retorcidas en búsqueda de la luz, y la pileta de al lado, que con su jardín está cada día más linda. Y una envidia verde me corrió por dentro. Ojalá yo tuviera una pileta así, pensé. Y me volví a la cama, previo aviso de llegada tarde.

Y cuando logré dormirme, ésto es lo que pasó.

Ahí estaba, en medio de mi casa, mirando por la ventana hacia afuera. Y lo que era la pileta del vecino se convertía de pronto en la  mía propia. Y mis plantas, estranguladas por un sol que nunca ven, contorsionadas en las formas más inverosímiles, se convertían en exuberantes, floridas, invadidas por el influjo de una primavera suculenta. Ni hablar de mi ropero. Al abrirlo, me encontraba que tenía las cosas más preciosas que jamás soñé. Carteras, camisas, lujos que no suelo permitirme. Todo. Mi casa no era mi departamento, sino que era una verdadera casa, una casa donde sólo había caminos de ripio hacia otras, no existían calles, ni autos, ni nada que se le parezca. Casi una aldea.  De hecho, desde afuera parecían como cabañas. En fin, la casa ideal.
Hasta que todo comienza a virar.

Salgo al jardín. Del otro lado hay un hombre que me mira. Giro a buscar algo, y cuando vuelvo a mirar el hombre está al lado mío. Lo único que recuerdo es que era pelado, y que me sobresalta. Estático, declara que me está contemplando porque yo represento la forma ideal de la mujer. Confundida e inquieta, me alejo del tipo raro y cuando miro en la pileta, antes vacía, la encuentro llena de gente que se había instalado lo más tranquila.

Buscando la puerta me topo con las plantas, antes suaves y pacíficas, que de pronto se sacuden rabiosas, en crecimiento acelerado, microritmo frenético de esporas y polen. Una sacude sus esporas, descarada y obscena. Otra colmada de abejas inquietas que buscan enfurecidas el polen, sólo para escupirlo en miel en la puerta de la cocina como un rito de fertilidad excesiva.

Entro en la casa ya un poco asustada y escucho una música, la música del radioreloj, pero cuando giro la cabeza para buscarlo, me encuentro con un enjambre de radiorelojes y equipos de música viejos, y no puedo saber de dónde sale el sonido. Me agacho buscando el sonido, el vibrar de los parlantes, hasta que lo encuentro. Entonces presiono el botón, y nada. Otra vez. Nada. Lo examino, cambio una perilla. Nada. Me decido por arrancarle el cable que le da electricidad. Nada. Para mi horror, la música continúa.

De pronto escucho gritos, aunque no puedo entender de dónde vienen. En la casa de al lado hay una fiesta, están los novios, vistiendo como tales, pero no era la típica fiesta de casamiento. Me entero por mi suegra, que aparece de pronto para avisarme que los de al lado estaban festejando que se separaban y que estaban devolviendo los regalos. No entendía cómo a un año de estar casados se estaban separando. La fiesta se había descontrolado, y como éramos cercanos, Guille había ido a ayudar, junto con un montón de gente que pasaba alrededor de mi casa. De pronto una explosión en la casa de al lado y un revoleo de plásticos que hacían la función de puertas, y me quedo, mirando desde la ventana, con bastante horror, la gente que sale corriendo.

Cuando me desperté, por suerte el dolor de cabeza se había ido, y ésta es lo que denominé, la pesadilla del migral.

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Nota para mi psicóloga
(que hace rato no veo y no sé cómo me dio el alta)
- Despierta entendí que el tipo raro estaba hablando de mi como si fuera un envase, una carcasa, sin nunca ver el contenido.
- Lo de las plantas locas de fertilidad, lo pensé en su momento y ya no me lo acuerdo.
- Con respecto a la casa de al lado, mi miedo era que si les pasaba a ellos, entonces, me podía pasar a mi también.  
- Lo del radioreloj fue y es excelente.  

Onírica uno



(Para escuchar leyendo el próximo post...)