sábado, 9 de octubre de 2010

Onírica dos

En sueños de septiembre,
lo que parecía la vida perfecta se tornaba en pesadilla. Y dejaba entrever, con ese dulzor áspero, que la vida perfecta podía estar ahí, a la vuelta, con sólo girar la cabeza. Me había acostado con dolor de cabeza y levantado con migraña, y mientras desayunaba para poder ingerir la pastillita, miraba por la ventana mis plantas, retorcidas en búsqueda de la luz, y la pileta de al lado, que con su jardín está cada día más linda. Y una envidia verde me corrió por dentro. Ojalá yo tuviera una pileta así, pensé. Y me volví a la cama, previo aviso de llegada tarde.

Y cuando logré dormirme, ésto es lo que pasó.

Ahí estaba, en medio de mi casa, mirando por la ventana hacia afuera. Y lo que era la pileta del vecino se convertía de pronto en la  mía propia. Y mis plantas, estranguladas por un sol que nunca ven, contorsionadas en las formas más inverosímiles, se convertían en exuberantes, floridas, invadidas por el influjo de una primavera suculenta. Ni hablar de mi ropero. Al abrirlo, me encontraba que tenía las cosas más preciosas que jamás soñé. Carteras, camisas, lujos que no suelo permitirme. Todo. Mi casa no era mi departamento, sino que era una verdadera casa, una casa donde sólo había caminos de ripio hacia otras, no existían calles, ni autos, ni nada que se le parezca. Casi una aldea.  De hecho, desde afuera parecían como cabañas. En fin, la casa ideal.
Hasta que todo comienza a virar.

Salgo al jardín. Del otro lado hay un hombre que me mira. Giro a buscar algo, y cuando vuelvo a mirar el hombre está al lado mío. Lo único que recuerdo es que era pelado, y que me sobresalta. Estático, declara que me está contemplando porque yo represento la forma ideal de la mujer. Confundida e inquieta, me alejo del tipo raro y cuando miro en la pileta, antes vacía, la encuentro llena de gente que se había instalado lo más tranquila.

Buscando la puerta me topo con las plantas, antes suaves y pacíficas, que de pronto se sacuden rabiosas, en crecimiento acelerado, microritmo frenético de esporas y polen. Una sacude sus esporas, descarada y obscena. Otra colmada de abejas inquietas que buscan enfurecidas el polen, sólo para escupirlo en miel en la puerta de la cocina como un rito de fertilidad excesiva.

Entro en la casa ya un poco asustada y escucho una música, la música del radioreloj, pero cuando giro la cabeza para buscarlo, me encuentro con un enjambre de radiorelojes y equipos de música viejos, y no puedo saber de dónde sale el sonido. Me agacho buscando el sonido, el vibrar de los parlantes, hasta que lo encuentro. Entonces presiono el botón, y nada. Otra vez. Nada. Lo examino, cambio una perilla. Nada. Me decido por arrancarle el cable que le da electricidad. Nada. Para mi horror, la música continúa.

De pronto escucho gritos, aunque no puedo entender de dónde vienen. En la casa de al lado hay una fiesta, están los novios, vistiendo como tales, pero no era la típica fiesta de casamiento. Me entero por mi suegra, que aparece de pronto para avisarme que los de al lado estaban festejando que se separaban y que estaban devolviendo los regalos. No entendía cómo a un año de estar casados se estaban separando. La fiesta se había descontrolado, y como éramos cercanos, Guille había ido a ayudar, junto con un montón de gente que pasaba alrededor de mi casa. De pronto una explosión en la casa de al lado y un revoleo de plásticos que hacían la función de puertas, y me quedo, mirando desde la ventana, con bastante horror, la gente que sale corriendo.

Cuando me desperté, por suerte el dolor de cabeza se había ido, y ésta es lo que denominé, la pesadilla del migral.

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Nota para mi psicóloga
(que hace rato no veo y no sé cómo me dio el alta)
- Despierta entendí que el tipo raro estaba hablando de mi como si fuera un envase, una carcasa, sin nunca ver el contenido.
- Lo de las plantas locas de fertilidad, lo pensé en su momento y ya no me lo acuerdo.
- Con respecto a la casa de al lado, mi miedo era que si les pasaba a ellos, entonces, me podía pasar a mi también.  
- Lo del radioreloj fue y es excelente.  

6 comentarios:

  1. No me interesa psicoanalizar este cuento, está bueno y listo,me parece genial la idea.Tenés que dormir más si así florece tu imaginación!!!
    Los cuadros no se analizan, se disfrutan.
    Entonces....dulces sueños chiquita!!!!

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  2. Muchos artistas hay generado sus obras bajo los influjos de alguna sustancia.
    Vino, opio, cachamate, migral...

    Sólo lamento el dolor de cabeza previo, pero celebro lo fértil de tu imaginación, o de tu subconciente, como prefieras.


    Ah, y ojo con el pelado. Me cae gordo.


    Beso!

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  3. hola soñadora!!!
    acá me reporto, no encuentro su mail (y eso que busqué en todos mis anotadores!)
    agregame, acá te leo ;)

    besos!
    Daf (dicom)

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  4. Diana, gracias! es cierto, no debería analizarlas, sobre todo porque son imágenes tan lindas y tan perturbadoras, jajaa!

    Jaz! Lo de las sustancias es correcto, por ahora, sólo experimenté con las legales, y no en tren de experimentación, por cierto.

    Daf! Si, ahi te vi, qué lindo que me encontraste! ya te sigo, eh! busco tu mail, que también lo tengo agendado por ahí.

    Beso a todas y gracias por los comments

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  5. Hay que hacer un corto animado con este sueño, o un video musical!

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  6. Hay que hacer un corto animado con este sueño, o un video musical!

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Felicitaciones! Ha sacado la sortija. ¿Una vuelta más?